En realidad, no se trata de una cosa descabellada. Hemos de entender que pasamos, al menos, 40 horas semanales en nuestro puesto de trabajo. Probablemente, dediquemos más tiempo a la convivencia con nuestros compañeros de trabajo que a cualquier otra cosa. Con estos datos, y dado que el hombre es un animal fundamentalmente sexual, resulta inevitable que muchas personas hayan acabado manteniendo sexo en el trabajo. ¿Tú eres uno de ellos?
De la misma manera que los más jóvenes mantienen sus encuentros sexuales en sus entornos habituales, es decir en el instituto o en la universidad, los adultos ya integrados en la vida laboral mantienen un buen número de sus relaciones sexuales en el lugar en el que más tiempo pasan: en su trabajo. Es algo inevitable. Sin ninguna duda. Y esto es así en todos los ámbitos. Tanto laborables como de otra índole.
Que los encuentros sexuales en el trabajo tienen su parte positiva parece indudable. El hecho de mantener sexo ya debería ser suficientemente satisfactorio pero, además, la expectativa de mantener más encuentros después del primero pueden hacer que ir al trabajo se convierta en una experiencia realmente excitante. Sin embargo, también está claro que puede conllevar una parte negativa. Elegir a la persona equivocada para desfogarnos o ponernos en el punto de mira del resto de compañeros pueden hacer que se convierta en una mala experiencia. Puede convertirse en una pesadilla. De ahí la importancia de ser muy cuidadosos. Tanto en la elección como en el desarrollo.