Los errores de los hombres en el sexo son, lamentablemente, bastante habituales y, por supuesto, no suelen ser un plato de buen gusto para las personas con las que comparten el encuentro sexual. A veces, este tipo de errores son muy fácilmente solucionables y, simplemente, corrigiendo un pequeño detalle al que no se había prestado atención se puede corregir y, en otros ocasiones, son cuestiones de mayor calado, llegando, incluso, a cuestiones culturales de carácter milenario. Hoy, precisamente vamos a hablar de todo esto.
No cabe duda de que la sexualidad, especialmente la masculina, está muy influenciada por un montón de mitos que, finalmente, lejos de ayudar en la práctica sexual, lo que realmente hacen es provocar un montón de errores en la cama que, simplemente, con un poco más de información se hubiesen podido evitar. En general, empalizar con nuestra pareja sexual siempre es una buena idea y, casi siempre, nos ayuda a evitar caer en determinados errores.
Uno de los errores masculinos más frecuentes en el sexo es el hecho de acariciarse solamente en la cama. Parece que los hombres, aún, no saben que para que una mujer esté predispuesta al sexo es necesario que se sienta objeto de cariño y deseo con frecuencia. no basta con que se sienta cortejada cuando hay pretensión de mantener relaciones sexuales, es necesario que este rito de caricias se extienda también más allá de la cama.
Otro de los errores más comunes que comenten los hombres en lo relacionado con el sexo es el hecho de no tener la suficiente paciencia como para esperar a que el nivel sexual de la compañera sea el suficiente. Es evidente que los ritmos de hombres y mujeres son muy diferentes. Guiarse, únicamente, por los impulsos inmediatos sin tener en cuenta esto puede llegar a ser un problema importante que conviene evitar.
El último de los errores de los hombres en el sexo que vamos a comentar en esta entrada es el que tienen que ver con la obsesión de los hombres, en general, de tener como única meta en el encuentro sexual el orgasmo. Si bien todos y todas disfrutamos cuando éste se produce no conviene que obvien¡nos la cantidad de diversión y placer que se puede tener por el camino.