El beso, probablemente, sea una de las acciones más íntimas que podamos llegar a compartir con una persona. De hecho, si un buen beso puede ser una auténtica delicia, un mal beso puede convertirse en una auténtica tortura, tanto para quien lo da, como para quien lo recibe porque, conviene no olvidarlo, en un beso se incluye la participación de dos personas. Por supuesto, la colaboración de ambos resulta absolutamente imprescindible para que nuestro encuentro esté a la altura de nuestras espectativas.
Suele suceder que, cuando conocimos a alguien y nos comienza a interesar, las cosas avanzan como queremos. Mantenemos conversaciones interesantes, existe atracción física que se nota cuando nos rozamos y nos gusta pasar cada vez más tiempo con esta persona nueva en nuestra vida. Sin embargo, en realidad no conocemos nuestra verdadera afinidad hasta que no aparece el primer beso.
La importancia de un beso, por supuesto, no es inherente, exclusivamente, a las personas que aparecen en nuestra vida, también tiene vigencia para aquellos que tienen una relación de pareja más estable. La capacidad para compartir pasiones de forma conjunta, en muchas ocasiones, se puede medir, simplemente, observando la pasión o no de sus besos.
SI algo prima a la hora de dar un buen beso es no tener ningún tipo de prisa. Introducir hasta la garganta la lengua propia en la boca ajena no es, en absoluto, la mejor forma de ponerla en marcha. La suavidad y la delicadeza deben tener una presencia abrumadora cuando nos decidamos a lanzarnos a besar a nuestra pareja. Realizar acercamientos muy lentos y roces muy pequeños tanto con los labios como con la lengua siempre contribuyen a dotar de delicadeza nuestros besos.
Pero no basta con que acerquemos nuestros labios y lengua y tratemos de ser delicados. La postura que adoptemos ha de ser adecuada y cómoda. pero no solo eso. Si caemos que el resto de nuestros cuerpos también esté en contacto todo alcanzará otro nivel. La delicada presión de un cuerpo sobre otro mientras los labios y las lenguas se recorren sin prisa y suavemente puede llegar a conformar una situación idílica que acabe en un beso realmente apasionado.