La pornografía rtienen su utilidad. Resulta evidente que se trata de algo útil con el simple hecho de comprobar la demanda existente. Da igual la cantidad de nuevos canales de distrubución que suejan, su presencia tienen cabida en todos y cada uno de ellos. Sin embargo, si se trata de buscar en la pornografía una modelo ideal para desarrollar nuestras relaciones sexuales, estamos ante una base permanente de frustración. Ni las mujeres ni los hombres que nos encontraremos en la calle tendrán nada que ver con los que vemos en las pelóculs porno. Ni en lo relacionado con su aspecto físico ni en lo que tienen que ver con el desarrollo del asunto sexual en sí mismo.