Probablemente el squirting ha sido el culpable de uno de los mejores momentos que he vivido con el sexo. Y espero que el squirting siga acompañándome durante lo que me queda de vida sexual.
Hace unos días, manteniendo relaciones con mi pareja, tuve una experiencia increíblemente satisfactoria. Ella lo compartió conmigo y ahora lo voy a compartir con vosotros. A otro nivel, eso sí. Como os adelantaba, el squirting fue el responsable de todo esto.
Estábamos viendo una película porno, ignorantes aún de lo que era el squirting, y, por supuesto, poniéndonos a mil. Yo, decidido a darlo todo, me fui, sigilosamente a estimular su partes bajas con un buen sexo oral. Coincidió con una escena similar de la película y fuimos mimetizándonos con ella y, al final, acabamos imitando cada secuencia que iba apareciendo en el televisor. Así fuimos llegando a una de las experiencias más intensas que recuerdo haber tenido en mis relaciones sexuales.
Parece que aquello que, accidentalmente, sucedió se llama squirting. Aunque sea desconocido por la gran mayoría, hasta hace poco por mí también, las mujeres también tienen la capacidad de eyacular. En algunos casos de forma exagerada. Dentro de la vagina se encuentran las glándulas de Skene que, en el momento de la eyaculación, producen un líquido transparente. Dependiendo de la mujer, puede tener mayor o menor intensidad.
Por lo visto, en la parte superior de la vagina se encuentra el denominado punto G que, estimulado convenientemente, produce una inflamación, incómoda al principio y muy placentera si se tiene la paciencia y el tacto suficientes. Algunas posiciones, como en cuclillas, con las nalgas en los talones y el cuerpo hacia atrás, favorecen este tipo de estimulación en el que, ignorantes de sus consecuencias, nos estábamos introduciendo.
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