La depresión, como resulta evidente a priori, es algo que debe influir de forma muy significativa en la vida sexual de cada uno. El hecho de estar, de forma temporal, algo tristes o, incluso, desaminados por alguna situación en particular es algo que, de hecho, le sucede a todo el mundo con mayor o menor regularidad. Sin embargo, este tipo de situaciones puntuales no tienen por qué afectar a nuestra realidad sexual. El problema viene cuando esta situación deja de ser puntual para repetirse con tanta asiduidad que se convierte en una situación crónica. Ahí es donde surje el problema real. Cuando esto sucede es muy probable que nos encontremos muy cerca de una situación de depresión. Si es así, sin ningún género de dudas, todas las circunstancias que rodean nuestra vida cotidiana se verán afectadas y el sexo no será, ni mucho menos, una excepción.