El juego de la galleta es un clásico. Al menos lo fue en otra época. Antes de Internet, los adolescentes tenían que buscar su manera de acceder, a su manera, al sexo. Hoy en día, la oferta que desfila por la red de redes es enorme. Totalmente inestimable. Es, sin duda, algo que no supera. En otra época, no tan lejana, esto no fue así. El consumo de porno, especialmente, por los más jóvenes, se limitaba a la compra de revistas en los quioscos y, algo más adelante, al alquiler de vídeos porno. Los juegos eróticos de iniciación estaban a la orden del día. El juego de la galleta es uno de los más citados. Sin duda.
Se trata de que un grupo de amigos varones se juntan para jugar al juego de la galleta. Para ello, se sientan en círculo en cuyo centro se situa una galleta. La situación óptima es que esta sea redonda, pero no es un detalle imprescindible. Cuando todos están correctamente situados, todos han de sacar su miembor viril para comenzar a masturbarse. Según alcanan el orgasmo, cada uno de los participantes ha de ir depositando su eyaculación sobre la galleta. De esta manera, el que primero acabe será el primero en depositar su simiente sobre la galleta.
El último en hacerlo debrerá proceder a realizar la ingesta de la galleta que, además del propio elemento, se ve acompañado, como podeís suponer, con una cantidad enorme de proteínas añadidas. Bueno, como juego creativo no tiene precio. He de confesar, que el hecho solo de imaginármelo me produce bastantes ganas de vomitar. ¡Qué le vamos a hacer!
Ni que decir tiene que en esta práctica tienen ventaja los que primero eyaculan. Los más rápidos. Lo que es posible que haya contribuído a entrenar a una generación de eyaculadores precoces, cosa que no sé si resulta muy recomendable. En defitiniva, la realidad es que no hace tantos años, cuando la oferta en materia sexual para jóvenes no era tan exagerada como resulta hoy en día, se recurría a este tipo de prácticas a modo de iniciación en el sexo.