Una parafilia, también llamada en determinados contextos desviación sexual, para una persona o grupo, es el conjunto subjetivo de gustos y prácticas sexuales que difieren de las que esta persona o grupo considera tradicionalmente «normales». Como habéis comprobado, entrecomillamos el «normales». Es obvio que este término es bastante subjetivo. ¿No lo crees? El sexólogo John Money popularizado esta designación para describir un embellecimiento o decoración alternativa sexo eròtica a la norma ideológica oficial, que incluiría cualquier interés sexual «inhabitual»
El concepto de parafilia responde a una ideología y cultura occidental, especialmente estadounidense, de algunas corrientes psicológicos y psiquiátricos heteropatriarcales el siglo XIX y parte del XX. La misma palabra no se creó hasta 1903. Más tarde se comenzó a utilizar para sustituir al término «perversión».
Tradicionalmente, a esta última palabra se le había dado un uso peyorativo. Desde el siglo XX y el siglo XXI, en cualqueir caso, existen controversias tanto científicas como políticas respecto a incluir prácticas sexuales a diagnósticos médicos en general y en particular a considerar algunas de ellas parafilias tipificadas como enfermedades mentales. Entre otros motivos por el estigma social que produce. Las consecuencias pueden ser terribles. No hay duda.
Hoy existen grupos de presión que proponen cambiar los estatus médicos y legales. El objetivo es modificar la califiación de «inusual» referido a prácticas sexuales. Lógicamente, lo que se busca no es otra cosa que aceptar y entender la diversidad. No puede ser de otra forma.
Es obvio que el derecho al propio cuerpo y la libertad sexual deben ser respetados por encima de cualquier otra circunstancia. Aunque es cierto que hay determinados sectores sociales que no lo tienen tan claro. Activistas como Charles Allen Moser han argumentado que estos diagnósticos deben ser eliminados de los manuales. Y nosotros estamos de acuerdo. Por supuesto.
Todas las personas pueden tener un componente de interés sexual que no nos resulte común. Cualquier tipo de fantasías o de actividad relacionado con parafilias puede formar parte de la sexualidad de un individuo. Esto, en ningún caso, debería suponer ningún problema personal ni social. De hecho, en algunas personas, una parafilia determinada puede ser lo único que despierta su interés sexual. Los límites de las parafilias solo han de alcanzar hasta los derechos de los demás. Si no se menoscaban, estas no deberían suponer problema alguno para nadie.