La pasión aparece cuando menos te lo esperas. Eso nunca deja de ser así. No es cierto que con los años la necesidad y voluntad de vivir experiencias atrevidas se vaya diluyendo. A menudo, personas en plena madurez practican más que nunca este tipo de atrevimiento clandestino. El deseo no tiene horarios, La pasión, en ocasiones, puede llegar cuando menos lo esperamos.
Si de pronto a ti y en tu pareja os coge un arrebato de pasión en un momento poco oportuno, no hay que preocuparse. Existen un buen número de posturas discretas para salir airosos de la situación. Cualquier lugar es bueno para practicar sexo. Y si te coge el calentón, y no hay más remedio que hacer un «aquí te pillo, aquí te mato», lo que menos importa es si el lugar en cuestión es grande o pequeño.
Imagínate que trabajas con tu pareja en una oficina y de repente, en medio de la jornada laboral, le entra un momento de pasión. ¿Qué hacéis? Pues encerraros en un despacho y al lío. En vez de usar la mesa con todos los papeles y otros elementos, mejor adoptáis una postura discreta para no levantar sospechas. Seguramente haya una silla. SI es el caso, él se sienta y ella le cabalgas dándole la espalda, sentada encima de él.
Al probador de ropa de los granes almacenes la pasión acude con cierta frecuencia. La mejor postura está clara, ella apoya las manos en el banquillo y él penetra por detrás. Asunto resuelto. En el cine la cosa también es sencilla. Id a la última fila del recinto y, aprovechando la oscuridad, podéis tumbaros en el suelo y practica el clásico misionero. El lugar público le sumará emoción a la postura.
La pasión es poco controlable. Eso lo sabemos todos. Y desaprovechar una ocasión de disfrutar del sexo no debería ser una opción. Así que, por más que se trate de un momento o lugar aparentemente inadecuado, si surge la ocasión, no lo dudéis. Cuando menos te los esperas surge la oportunidad y no es buena idea desaprovecharla. Eso, nunca.