Tener una pareja bisexual es algo que se produce con mucha frecuencia. Resulta habitual el caso de un varón, por ejemplo, que emprende una relación de pareja con una mujer y que, pasado un tiempo, con la convivencia diaria o por la propia confesión de ella, desabre que, en realidad es bisexual. La primera reacción de los hombres por norma general, cuando se da este caso es de satisfacción. En algunos casos, incluso, acuerdan poner en marcha tríos sexuales con otras personas y, en general, se suelen darse un tiempo de situaciones muy pero que muy motivantes para ambos. Sin embargo, también sucede muy a menudo que, pasado este periodo que podríamos llamar de euforia sexual, la situación acostumbra a cambiar. La relación de pareja se deteriora y, en muchos casos, el deseo se mitiga como por arte de magia.
Esto es algo que a las personas que creen más en el deseo que en el amor, dentro de la relación de pareja, les pasa factura de forma muy especial. ya que, aún manteniendo la afectividad, la desaparición del instinto que provoca nuestra respuesta sexual, suele suponer la rotura definitiva de la pareja. Lo que, durante un tiempo, pareció algo especialmente movidamente, finalmente se convirtió en la lápida pesada que acabó con la relación de paren, tanto a nivel emocional como intelectual y sexual.
En general, cuando una relación que pretende ser estable se sustenta sobre una base emocional, descubrir algo tan significativo como que la sexualidad de nuestra pareja no es la que nosotros creíamos puede llegar a suponer un problema. Sin embargo, se trata de un problema más ficticio que real. La agtracción sexual que pudiera experimentar nuestra pareja hacia otras personas estará siempre presente de manera inevitable e independientemente de la orientación sexual que tenga. Si solo se siente atraída por los hombres, la posibilidad de que le atraiga sexualmente otro hombre es real. Si también le atraen las mujeres, la posibilidad también está ahí, de manera que el hecho de tener una pareja bisexual no debería modificar en lo esencial la naturaleza de nuestra relación de pareja.