Tragar o no tragar… esa es la cuestión. De la misma manera que hay gente que tiene en el brócoli o la coliflor sus comidas favoritas, hay personas que nunca, en su vida, se han atrevido, siquiera, a probar estas comidas. Algunos no lo harán nunca. Incluso, dirán que no les gusta, aunque, en realidad, lo que pasa es que nunca lo han probado. De este grupo, a algunos, si se atrevieran a probarlo, efectivamente, no les gustaría. En cambio, con otros sucedería, justo, lo contrario. Otros, en algún momento, sí que lo probarán y a algunos les gustará y a otros no. Por supuesto, todos, absolutamente todos, son personas normales y sus gustos a este respecto no condicionan nungún otro ámbito de su vida. Con lo de tragar o no tragar el semen pasa exactamente lo mismo.
Existen personas a las que les gusta que eyaculen en su boca y tragarse el semen de su pareja. Hay otras personas a las que, habiéndolo probado, saben que no les gusta. Otras personas no reconocen no haberlo probado y, a pesar de ello, dicen que no les gusta. Otras personas no lo han probado y así lo dicen. De los que no lo han probado, unos pocos continuarán sin hacerlo para el resto de sus vidas y otros, en cambio, sí lo harán. De los que lo prueben, a algunos les gustará y a otros no. En realidad, creo que casi todo en la vida funciona así. Tragar o no tragar no es algo que nos haga más o menos raros. Simplemente manifiesta nuestro gusto o no por una acción sexual concreta.
En cualquier caso, es necesario que hagamos una serie de puntualizaciones sobre el hecho de tragar o no tragar el semen. Por supuesto, lo primero que debemos tener en cuenta es que debe ser una práctica sexual, como cualquier otra que llevemos a cabo, en la que ambas partes estemos de acuerdo. Una cosa es que alguien pida llevar a cabo esta práctica y otra muy diferente es presionar para llevarla a cabo sin haber llegado a un acuerdo.
Solo la persona implicada en el asunto debe decidir sobre si se debe tragar o no el semen. Si es algo que te produce excitación, que te apetece hacer, adelante. Si no es así, ni te lo pienses. Hay personas a las que les supone un alto nivel de excitación tragarse el semen, otras a las que le gusta tenerlo en la boca pero no tragárselo y a otras a las que, directamente, no les apetece nada ni siquiera acercárselo a la boca. Todas las opciones son válidas y todas han de ser respetadas.