El orgasmo sin sexo es posible. De hecho, muchas mujeres los han experimentado en muy diversas situaciones. Resulta muy frecuente que con la práctica de algún deporte o ejercicio físico que implica la realización de determinaos movimientos, finalmente, se acabe alcanzando el orgasmo. En paridad, hay que decir que estas situaciones son algunas de las que puede darse el orgasmo sin que se haya producido una relación sexual propiamente dicha. Sin embargo, es cierto que existe algo de actividad muscular en torno al a aparto reproductor femenino que pone en marcha los mecanismos del placer y terminan haciendo alcanzar el orgasmo sin sexo a la persona afectada.
Algo mucho más sorprendente, a priori, es el orgasmo sin sexo a través de la mente. Corrían los años 80 cuando, en la ciudad de Nueva York, sin duda, un referente en casi cualquier cuestión a nivel mundial, cuando la prestigiosa sexóloga Barbara Carellas propuso un auténtico reto: alcanzar el orgasmo sin sexo. Pero no sólo sin sexo, en realidad, Sin que nadie, ni siquiera ella misma le pusiese un solo dedo encima. Eliminado, por tanto, por completo el contacto físico. Partiendo, única y exclusivamente, de su mente.
En muy poco tiempo, la doctora Carellas había desarrollado su propio método para alcanzar el orgasmo sin sexo y sin ningún tipo de contacto físico. Sus técnicas se inspiraron en la conocida meditación tibetana. En radiad, todo está basado en un firme y estricto control de la respiración. Por supuesto, como no podía ser de otra manera, sus estudios, rápidamente fueron conocidos por la comunidad médica en particular y por la sociedad en general, provocando un importante revuelo.
La Universidad de Rutgers se puso manos a la obra para completar el estudio de la doctora Carellas. Para ello, practicaron diversas resonancias magnéticas a su cerebro mientras completaba el proceso. En realidad, no querían completara ningún estudio sino desenmascarar a la que ellos consideraban una farsante. Sin embargo, en plena investigación pública, las resonancias magnéticas del cerebro de la doctora evidenciaron que las zonas del cerebro que se activaban eran exactamente las mismas que a cualquier mujer se le activaban en pleno orgasmo.