El pedo vaginal es una realidad, existe, habita entre nosotros y es una tontería negarlo e, incluso, reprimirlo. No hay nada que una más a las personas especialmente en determinados momentos de máxima intimidad, como rebosar humanidad por los cuatro costados, nunca mejor dicho. Es cierto que puede llegar a resultar poco excitante. Incluso podemos llegar a pensar que resulte grosero. Sin embargo, convivir con nuestra humanidad, y con la de aquellos que nos re¡orean, forma parte del juego. El pedo vaginal, por lo tanto, debe ser normalizado y aceptado entre nosotros y nuestra pareja.
Las reacciones que suscita el pedo vaginal cuando aparece abruptamente en medio del coito son de todo tipo. A algunos o algunas les resulta algo incómodo. Otros y otras lo afrentan con pudor. Afortunadamente, también existen personas que se enfrentan a él con normalidad e, incluso, llegan a aumentar su excitación. La realidad, sin embargo, es otra bien diferente. Que reciba este nombre o, incluso, que suenen como un pedo, no lo convierte automáticamente en un pedo. Al contrario, el sonido y el nombre son las únicas características que, en realidad, comparte con un pedo de otro tipo.
Los pedos se consideran desagradables porque, al salir por el ano, hacen que los restos fecales del instintivo le doten de un intenso olor. Por eso nos avergonzamos cuando se nos escapa uno. El ruidito, simplemente, se trata de la vibración de los músculos que lo contienen cuando liberan el gas. Es un simple ruido de fricción. Por lo tanto, no es el ruido lo que nos debe preocupar de un pedo. En el caso del pedo vaginal, sin embargo, no existe olor que repartir por el ambiente. Se tratan de ventosidades absolutamente inocuas. Por lo tanto, la comparación no resulta aceptable en absoluto.
Un pedo vaginal suena igual que un pedo, es cierto. Cuando apuras el envase de gel apretando con todas tus fuerzas también suena como un pedo y nadie se muestra en contra del gel de ducha. Bueno, en realidad, sí que hay cantidades ingentes de personas que parecen en contra, pero, sin ninguna duda, son otros los motivos que les lleva a esta aversión.