Es fácil encontrarse con gente que dice que les gusta el erotismo pero que, sin embargo, la pornografía no está entre las cosas que aprecian. Es cierto que todos tenemos diferentes formas de enfrentarnos al sexo. Precisamente por esto, las diferencias entre el erotismo y la pornografía no son tan evidentes. Resulta altamente complicado consensuar las principales diferencias entre ambos conceptos, si bien, es cierto que hay algunas cosas en que la mayoría de las personas solemos coincidir en relación a esta discusión.
El hecho de establecer de una forma clara y concisa las diferencias entre el erotismo y la pornografía no es una tarea que se nos haya ocurrido ahora. Ua en el año 1991, el Instituto Espil se encargó de llevar a cabo una investigación social al respecto.El trabajo, incluso, llegó a ser presentado en el Congreso Mundial de Sexología de Amsterdam. El objetivo principal de este estudio era determinar el nivel detectado de contenido sexual en determinados textos. El estudio tuvo en cuenta una publicación, realizada por Eysenk y que fvio la luz bajo el título «Usos y abusos de la pornografía». Básicamente, afirma que en la apreciación sobre el nivel sexual de un texto influyen cuestionas objetivas y de carácter formal como el número de adjetivos o sustantivos que se utilicen en el mismo.
Las conclusiones a las que llegó la mencionada investigación fueron bastante claras. La valoración de los textos examinados por parte de las personas seleccionadas para llevar a cabo el estudio con¡incidieron, plenamente, con los criterios de Eysenck. Además, en el grupo de control no se determinó ningún tipo de diferencia entre hombres y mujeres.
La percepción de erotismo y pornografía, pues, tienen mucha relación con los aspectos culturales del grupo poblacional estudiado. En este sentido, la homogeneidad del grupo puede llegar a contribuir a que presente criterios similares, tal y como demostró el estudio. En cambio, si somos capaces de ampliar el espectro de estudio, resulta lógico pensar que aparecerán unas mayores diferencias al respecto. Podemos observar esto de forma intuitiva si imaginamos los resultados que se obtendrían, por ejemplo, en otro país del mundo donde las hábitos y costumbres resultan claramente diferenciados de los de nuestra sociedad.