Activo es un término que puede hacer referencia a muchas cosas. Hoy nos vamos a ocupar del sentido que toma dentro de una relación sexual homosexual. En este contexto, un activo es la persona que penetra de forma anal u oral a su compañero de prácticas sexuales que, por su parte, asume el rol opuesto. Frecuentemente, se conoce como pasivo al que recibe el falo ajeno, ya sea en su boca o en su ano. Cuando no se producen excedas de penetración propiamente dichas, suele denominarse activo a aquel que asume el papel más dominante en la relación sexual. En realidad, además de a una postura sexual entre hombres, suele utilizarse para definir de la forma más tradicional las conductas más dominante en el sexo entre dos varones.
En algunos contextos, también se utiliza esta terminología para referirse a la persona que domina el encuentro sexual cuando este se produce entre dos chicas. Si bien, en las prácticas sexuales entre lesbianas se utiliza con mucho menos frecuencia que entre hombres.
Como no podía ser de otra manera, la elección de determinada postura depende, exclusivamente, de las preferencias de los participantes en la escena sexual. En cambio, si miramos atrás en la Historia, esto no siempre fue así. En realidad, el rol social desempeñaba un papel crucial en la postura a asumir por cada uno de los implicados en el acto sexual. Especialmente cuando había diferencias significativas entre ambos participantes. Así, circunstancias como la edad, la clase o el estatus social solían determinar cuál debería ser la postura sexual elegida. Desde la Grecia clásica, el papel activo siempre fue desempeñado por el más dotado, física y sexualmente, de los participantes en el juego sexual.
Civilizaciones más atrasadas que la griega se han encargado de perseguir la homosexualidad pero, especialmente, a aquel que asumía el rol pasivo. Algo realmente desconcertante. Sin embargo, a aquella persona que asumía el rol activo se le ha «disculpado» la perversión de la que se les acusaba a ambos por el hecho de ser homosexuales. Como si el hecho de dar o recibir fueran de alguna manera determinantes a la hora de elegir la sexualidad.