La comunidad médica aún no se ha puesto demasiado de acuerdo en cómo definir el término hipersexualidad. Sin embargo, hay bastante consenso en que se trata de un estado de estimulación frecuente del indiviso que lo sufre que hace que, permanentemente, le aumente el deseo sexual hasta llegar a convertirse en una necesidad que hacer que toda su vida circule en torno al sexo. El desacuerdo fundamental entre los expertos está en si es una adicción, como unos afirman, un trastorno compulsivo, como sostienen otros, o, por último, estamos ante un trastorno impulsivo, como definen otros. La hipersexualidad, aún, es una auténtica desconocida para los expertos.
La hipersexualidad, por lo tanto, hacer fluir permanentemente el deseo de satisfacción sexual, lo que provoca una constante autoestimación que terminan en el orgasmo. El problema viene cuando, una vez finalizado el acto sexual, la inquietud permanece, llegando a causar problemas psicológicos de diversas índoles y que llegan a alterar de forma significativa la vida de quien la sufre y de su entorno, alejándolo de la felicidad.
Si bien se atribuyen los orígenes de la hipersexualidad a diferentes factores, en realidad, los orígenes de esta afección no están nada claros. Poco se conoce acerca de ellos. Se supone que el uso de determinadas sustancias adictivas pueden llegar a causarla, también se piensa que algunos trastornos como la bipolaridad puede hacer tener más posibilidades de sufrirla pero, en realidad, nada de esto está científicamente probado, por lo que se tratan, de momento, de simples conjeturas.
La vida de quien sufre hipersexualidad puede llegar a ser un auténtico infierno. El único interés pasa a ser la búsqueda del placer sexual pero, una vez que se consigue, no es suficiente y retroalimenta la ansiedad por buscar más. El objetivo nunca se consigue y la ansiedad por lograrlo se va multiplicando de forma exponencial hasta que se convierte en algo verdaderamente insoportable.
En cualquier caso, con la ayuda de un profesional especializado en hipersexualidad, recibiendo la terapia adecuada y realizando un esfuerzo a la altura de las circunstancias de la persona que lo padece, la vuelta a la normalidad es posible.