Cuando tenemos cualquier tipo de hábito o conducta que nos crea una dependencia y que interfiere de forma directa en nuestra vida diaria haciendo que no podamos desarrollarla de un modo normal, entonces tenemos una adicción. Para la mayoría de las personas, la masturbación es algo satisfactorio y de lo que disfruta, pero hay otras que no pueden reprimir los deseos de masturbarse y les resulta muy difícil controlarse. Entonces, ¿Cuándo pasamos de masturbarnos por mero placer a convertirlo en una obsesión?
Una de las principales señales de que se es un adicto a la masturbación, es que no se puede pasar mucho tiempo sin autosatisfacerse, llegando a un punto en el que resulta imposible poderlo controlar y, esa necesidad de tener que hacerlo constantemente, hace que nuestra vida y nuestra rutina diaria se vean afectadas por ello.
Al igual que en otro tipo de adicciones sexuales, con la masturbación se genera un estímulo al llegar al orgasmo que es el que nos crea esa dependencia y es, para satisfacer esa necesidad de placer, por lo que se recurre una y otra vez a su práctica.
Cuando nos masturbamos constantemente, nos acostumbramos a llegar muy rápido al orgasmo y esto afecta de forma directa a nuestras relaciones sexuales. Pueden surgir problemas como la eyaculación precoz, ya que lo que nos importa, es lograr nuestra propia satisfacción sin tener en cuenta el placer de nuestra pareja.
También podemos encontrarnos con problemas físicos y lesiones debidas a este comportamiento compulsivo, como inflamación de los genitales, irritación en la zona vaginal debido al roce constante, molestias en las manos o muñecas o dolor de próstata en el caso de los hombres.
Como en cualquier otro tipo de adicción lo más importante es reconocer que se tiene un problema. Si notamos que los actos de “amor propio” pasan de ser una forma de conseguir placer a determinar por completo nuestras actividades diarias, debemos admitir que nos hemos convertido en adictos a la masturbación. Una vez que somos conscientes de que no somos capaces de controlar esa situación, debemos buscar la ayuda de un especialista (psicólogo o sexólogo) para que nos ayude a salir de esa adicción y recuperar el control de nuestra vida.