La frecuencia sexual es un asunto que obsesiona tanto como los orgasmos que conseguimos arrancar a nuestra pareja, el número de erecciones o el tamaño del pene. Al principio siempre será diferente. Después del interés del inicio, luego todo decae. ¿Es esto normal?
Si bien es cierto que la frecuencia sexual preocupa más a los chicos que a las chicas, es un tema que inquieta a ambos sexos. En ambos casos, chicos y chicas tildan sus relaciones de pareja como «normales», sin conocer realmente qué es lo normal o lo habitual. No quieren parecer que están fuera de juego con respecto a los demás.
En este sentido, juegan un papel importante las encuestas. Pero, ¿podemos realmente fiarnos de los resultados de las encuestas? ¿La gente dice la verdad… y más en una encuesta sobre su frecuencia sexual? Y aunque así fuera… ¿debemos utilizar, como referencia para nuestra relación sexual, lo que ocurre en otras parejas?
Verdaderamente, no se puede hablar de «normalidad» cuando nos referimos a la frecuencia sexual. Por un lado, «normalidad» supone una referencia estática, inamovible. Y eso, en cuestión de relación sexual de pareja es, cuando menos, poco útil. Y por otro lado, la normalidad entre dos personas, sea el ámbito que sea, depende de lo que a ambas les apetece, de lo que sientan, de lo que estimen suficiente, escaso o exagerado…
En cualquier caso, la frecuencia sexual no es un síntoma ni de felicidad ni de estabilidad ni de salud marital. Hay parejas que que mantienen relaciones sexuales cada muy poco tiempo y sin embargo su vida matrimonial es un absoluto fracaso que les hace infelices. Sin embargo, hay parejas que son muy felices con sus matrimonios y que no practican sexo más que una vez al mes de media.
El problema surge realmente cuando hay conflictos de frecuencia sexual, en el sentido de que una de las dos personas pretende tener sexo más a menudo y la otra desea menos frecuencia. La solución suele ser, una vez más, la comunicación sexual sincera y sin tapujos. Hay que ver qué motivos y que sensaciones acompañan a esos sentimientos. Qué necesidades y qué alternativas tenemos.
Uno de los aspectos que ayudan a que la frecuencia sexual decaiga es la monotonía. Por ello, el uso de la imaginación, tanto durante el acto sexual como antes y después… es fundamental. El lugar, la hora inopinada, la situación creada, juguetes, comida…
Por lo tanto, el tema no es la frecuencia, si no lo que supone el acto sexual en sí y lo que nos provoca.