La rutina es el peor enemigo del sexo. De eso no cabe duda. En realidad, no creemos que haya relación humana alguna que soporte la rutina. La pérdida de pasión es uno de los peores problemas a los que se puede enfrentar una pareja sexual. Sin duda, la rutina está en el origen de la mayoría de estos casos.
Hablar del peor enemigo del sexo es una cuestión bastante complicada. A veces la rutina se disfraza de disfunciones sexuales o, simplemente, de pérdida de pasión. La eyaculación precoz o la impotencia en los varones y la falta de lubicación o los dolores durante la penetración, en muchas ocasiones, no son mas que diferentes formas de manifestarse la rutina.
No cabe duda de que las disfunciones sexuales citadas anteriormente pueden tener un origen biológico. En muchos casos es así. Sin embargo, en algunas ocasiones simplemente es una forma de manifestación del que, con razón, se considera el peor enemigo del sexo: la rutina.
La comunicación es uno de las principales herramientas que podemos utilizar para evadir la llegada de la rutina. No debemos olvidar que estamos ante el peor enemigo que el sexo pudiera tener. Así que comunicarnos con nuestra pareja de una forma abierta y sin tapujos puede evitar muchos problemas. La vehemencia y la acritud no son, en absoluto, aliados. Precisamente por ello, debemos descargar nuestra comunicación de este tipo de actitudes.
Sorprender a nuestra pareja es una forma excelente de tratar de cultivar remedios contra la rutina. Cualqueir cosa que rompa la inercia habitual será una buena manera de huir del aburrimiento. La salida de las acciones cotidianas son un buen aliado para evitar caer en situaciones repetitivas. Especialmente cuando hablamos del sexo.
La experimentación de nuevas sensaciones de forma conjunta es siempre una buena idea para evitar que se manifieste la rutina. El abanico de posibilidades con el que contamos es realmente grande. Desde los juguetes eróticos hasta las fantasías pasando por los juegos de rol. El uso de algunas de estas opciones puede ayudarnos a mantener a raya a la temida rutina. También pueden ser últiles para acabar con ella cuando ya se ha manifestado.