El rap, como género, cada vez tienen más infuencia social. Eso es una evidencia. Ser rapero requiere mucho más que la capacidad de recitar rimas: también requiere, entre otras cosas, estilo, personalidad e ingenio. Para algunas personas, las cualidades antes mencionadas serían suficientes para cumplir con los principales requisitos para convertirse en un rapero exitoso. Para otros, sin embargo, se necesitaría, además, una cierta característica que, a lo largo de los años, se ha convertido en imprescindible para las aspirantes a rapera: el atractivo sexual.
Como ejemplifican artistas como Nicki Minaj, las artistas de rap modernas exudan considerablemente más sensualidad que en la época dorada del hip-hop. Sin duda, una era en la que la perspicacia de mujeres como MC Lyte y Lauren Hill desacreditaría para siempre cualquier noción persistente que cuestionara la capacidad lírica de las mujeres. La sensualidad estuvo muy presente durante la edad dorada del hip-hop. Pero no sería hasta mucho más tarde que comenzaría a personificar la personalidad de las raperas más exitosas de la Siglo XXI.
Hoy en día, es prácticamente imposible sintonizar la MTV sin vislumbrar a una joven que escupa rimas mientras exhibe su sexualidad. Para algunos espectadores, tal erotismo puede verse como una razón más para comprar el último álbum de éxitos raperos. Pero para otros, la sexualización de las mujeres en el hip-hop se ve como una amenaza para el orgullo. Y la integridad que conlleva ser una rapera en un mundo del rap dominado por hombres. Esto es una evidencia.
Aquí está la verdad: el sexo vende. Sin ninguna duda. Este hecho se puede basar en la irresistibilidad de esos comerciales de Go-Daddy. Tal vez en el precio asombroso de una sola tableta de Viagra. Cualquier cosa que tenga implicaciones sexuales parece presentar una oportunidad para obtener ganancias financieras corporativas. En eso estamos de acuerdo. Con respecto al hip-hop, el sexo se comercializa a través de modelos con poca ropa que giran en videos musicales cuyo contenido lírico técnicamente constituiría pornografía.
Y cada vez que estos modelos se eliminan de la ecuación de marketing, habitualmente se reemplazan por bombas modificadas plásticamente cuyas habilidades líricas se encuentran en algún lugar entre mediocre y horrible. Este fenómeno quizás explicaría por qué la gran mayoría de las raperas exitosas del hip hop son, más o menos, símbolos sexuales. Sin embargo, no parece explicar por qué la mayoría de los raperos masculinos de éxito, a la inversa, tienden a parecerse más a los Rick Rosses y Lil ‘Waynes del mundo.