Las pandemias se han repetido a lo largo de la Historia de la humanidad. Desde los tiempos más remotos hasta este mismo instante. Se trata de algo inherente al mundo que nos ha tocado vivir. Igual que está sucediendo en la actualidad, de pronto, una mutación no conocida y lo suficientemente dañina de un virus comienza a expanderse y, en pocas semanas, está presente en todo el mundo. Ese tipo de expansión, a día de hoy es muy sencillo que se produzca. Sin duda, en el Paleolítico, por citar otra etapa de la Historia de la civilización, la precaridad de las formas de desplazamiento también se lo ponían más dificil a la expansión de las pandemias.
De modo que, desde siempre, nos ha acompañado esta posibilidad. Como decíamos, la globalización y las posibilidades de viajar a a lo largo y ancho de todo el mundo en solo unas pocas horas es algo que, sin duda, en la actualidad, contribuye a extender el virus de una forma más rápida y generalizada.
En la Hisotria moderna, son varios losejemplos. En el año 2009, el H1N1 acabó con la vida de nada menos que 18.000 personas . Ahora mismo, no solo nos ocupa el avance del coronavirus en todo el mundo. En América Latina el dengue se está propagando con una velocidad digna de estudio.
Sin duda, las pandemias que la Historia señala como las más destacadas, por su alta mortandad, son dos. Por un lado, la plaga de Justiniano, que acabó con la vida de 25 millones de personas en tiempos del Imperio Romano de Oriente y de la floreciente Constantinopla. Por otro lado, en el siglo XIV, la peste negra devastó una tercera parte de Europa. En ambos casos las causas más aceptadas por los historiadores son las mismas: una bacteria mortal que parece que era transmitida por las pulgas alojadas en las ratas.
Pandemias que alcanzan a un número exagerado de individuos y que ponen en jaque a toda la sociedad. Sin lugar a dudas. El siglo XXI y sus avanzaces en ciencia y tecnología nos hace estar más protegidos que nunca ante este tipo de amenazas. Sin embargo, la seguridad nunca es completa.
