Penes, sagre y carne. Esta es la combinación. O al menos una parte importante. El tema del tamaño del miembro viril lleva inquietando a propios y extraños desde hace siglos. Eso es conocido por todos. Existe toda una serie infinita de tópicos, falsos mitos y leyendas en torno a este asunto. Eso sí, todas ellas dirigidas a los momentos en los que está en erección y listo para actuar. Parece que nadie se preocupa por él cuando está tranquilamente disfrutando de su flaccidez. En ambos casos la combinación es la misma: penes, sangre y carne.
El milagro de la erección se puede producir, básicamente, de dos formas distintas. En unas, la sangre es la que determina el tamaño final del pene. En otras, es la carne la que lo hace. Ambas formas se dan al mismo tiempo. Lo que sucede es que en unos casos predomina una y, en otros, predomina la otra.
Las cavernas del pene son las que guardan el secreto entre una y otra manera de conseguir la erección. El pene, como todos sabemos es el órgano reproductor masculino. En su interior cuenta con no pocos conductos y cavidades. Coloquialmente, los solemos llamar cavernas. Estas zonas son las que se inundan de flujo sanguíneo cuando aparece el momento de la erección.
En algunos casos, determinados penes se caracterizan por tener unas cavernas de menor tamaño y, a menudo, también menos numerosas. En estos casos, lo suelen contrarrestar con un mayor tamaño físico. estos son los penes que decimos que consiguen el volumen final en erección gracias a la carne. Si algunos hombres procedieran a comparar sus penes en un momento en el que no existiera excitación, los penes llamados de carne verían como su talla es muy superior a los llamados penes de sangre.
Como hemos adelantado anteriormente, en realidad, la erección es producto de la combinación de ambos elementos. La carne y la sangre juegan un papel fundamental para conseguirla. Sin embargo, dependiendo de las características de la persona en cuestión, en unos casos es más determinante uno de los factores y, en otros casos, el otro factor.