Que la seducción puede ser un placer es algo que todos conocemos. Que es una situación que puede plantearse realmente incierta, también. Lo mejor y lo peor de este complicado arte es posible que sea la misma cosa. Cuanta más información tenemos, menos sabemos sobre ella. Esto sucede porque, como arte que es, no presenta unas leyes lógicas estables. Varía constantemente. Quizás por eso nos resulte tan atractiva.
Basta que echemos un vistazo a tiempos pasados para comprobar la capacidad de cambio que lleva implícito el concepto de seducción. Basta con mirar el modelo de persona seductora que teníamos hace diez años y compararlo con el actual para comprobar todas sus variaciones. Por supuesto, si echamos más atrás en el tiempo, los cambios que encontraremos serán aún más siginificativos.
De lo que no caba casi ninguna duda es de que el juego de la seducción es cosa de dos. Una parte, sin la colaboración necesaria de la otra no podría nunca alcanzar el éxito. De ninguna manera. La iniciativa, en la actualidad, puede ser tomada por una u otra parte. En esto sí hemos evolucionado con el paso del tiempo. Afortunadamente, así ha sido.