¿Estamos saturados de sexo? ¿Soy solo yo o mundo entero está obsesionado con la sexualidad en este momento? No digo que sea algo malo, ni mucho menos, pero parece haber una gran cantidad de todo lo relacionado con el sexo en los medios. Si no lo crees pon la tele un rato, enciende la radio, compra una revista o, por supuesto, conéctate a Internet. ¿Estamos saturados de sexo?
No estoy seguro de si todo comenzó con el twerking de Miley Cyrus. El caso es que después de eso, sentarse desnudo sobre una bola de demolición y lamer un mazo parecía, obviamente, el siguiente paso lógico. Sentí pena por ella. Perdí la portada de Vogue pero, después de su impactante respuesta a una preocupada Sinead O’Connor, he perdido la simpatía hacia ella.. Estás solo, Miley. Una pena.
Luego, me perdí todo el incidente del vaso de pene. Aunque eso es otra historia. ¿Qué clase de hombre decide sumergir su pene en un vaso de precipitados convenientemente ubicado junto a la cama? Si tienes un vaso para el pene junto a la cama, ha llegado el momento de que cuestione tus gustos. Evidentemente, es una broma.
Se trata solo de algunos ejemplos de cómo nos pueden llegar a saturar constantemente con cuestiones donde la sexualidad no es más que el reclamo. Por supuesto que somos animales sexuales. Precisamente por eso, desde algunos sectores, desnudan la sexualidad de cualquier otro contenido y lo utilizan para sus reclamos publicitarios. Quizás sea eso lo que hace que lleguemos a estar saturados de sexo.
Nos encanta el sexo. Tanto como a cualquier persona adulta y segura. Sin embargo su utilización constante para cualquier fin comercial me parece algo que satura. Cualquier producto que se quiere vender viene acompañado de estímulos sexuales. El nivel de hartazgo del personal al respecto ya alcanza límites importantes.
Por supuesto, no hablamos de productos relacionaos con el sexo. ¿Habéis visto últimamente alguna publicidad de perfume femenino? ¿O de colonia para hombre? No existe uno solo donde el sexo no sea un reclamo. Evidentemente, no es el producto vendido, pero sí el adorno perfecto utilizado por las marcas para atraer al consumidor.