¿Has oído hablar del mito de la vagina dentada? Desde las antiguas civilizaciones griegas y romanas la incapacidad en todo lo relacionado con la virilidad eres el peor de los males que le puede suceder a hombre. Esto denota, por un lado, la fa loca gracia existente a nivel cultural y, por otro lado, que el pene es la metonimia más flagrante para un hombre. Por lo tanto, la existencia de una vagina tentada podría ser el mayor de los peligros. La verdad es que da un poco de reparo. ¿No es así?
Nada pone más en peligro la capacidad sexual de un pene de una vagina. Este peligro puede aumenta de una forma exponencial si a la vagina en cuestión le añadimos una suerte de dientes destructores. Es cierto que la vagina puede ser objeto de deseo. Pero también lo es que, visto esta manera, también lo es de temor. Pero, ¿a quién no le daría miedo? Es normal.
El vigor que un pene presenta antes de ser introducido en una vagina suele perderse de forma irremisible al salir de ella. Una vez producida la eyaculación al órgano sexual masculino no le queda más que la retracción y el recogimiento. En definitiva, la retirada. Esto es así. La vagina, en cierto sentido, actúa, como la criptonita que produce la derrota del superhéroe. Claramente. En este contexto es donde surgen diferentes leyendas sobre los poderes extraordinarios de la página. Quizás la más destacada sea la de la vagina dentada.
Casi todas las culturas incluyen entre sus mitos el de la vagina dentada. Resulta curioso. A pesar de la diversidad de cultura. Esta es capaz de emascular a aquel que se aventure a su prospección. Dado que el miedo a la castración es de los más presentes entre los varones, estamos ante el caldo de cultivo perfecto para darle pávulo a este tipo de historias. Y estas crecen y crecen.
La vagina dentada es, en unos casos, sólo una leyenda en la que se representa esta imagen de una manera literal. En otros casos estamos ante un hecho metafórico que trata de describir la capacidad de esta para absorber la virilidad temporal del falo.