La relación entre las sábanas y el sexo, no cabe duda, existe. Es cierto que parece que más de uno y más de una no se han enterado. Sin embargo, esto no quita para que sí que exista. Para ponernos en situación, podemos imaginarnos en un encuentro con una persona con la que no tenenmos relaciones sxuales habitualmente y descubriendo, entre nuestro camino un oceano interminable de ácaros, pelos y otro tipo de cosas que mejor no mencionar. Suena duro, ¿a que sí?
Una estrategia bastante utilizada cuando se produce uno de estos descubrimientos es la de reconducir el encuentro a otro lugar de la casa más habitable. El sofá suele ser uno de los prinicipales objetivos. Suele suceder que el sofá cuenta con similares características. Sin embargo, esto es otro asunto y será tratado en otro momento.
Hemos de tener presente que un ser humano normal deja caer de su cuerpo unas 35000 células muertas cada día. Si multiplicamos ese número por el número de personas y días que frecuentan nuestra cama podemos tener una clara idea de lo que estamos hablando.
Por supuesto, a las células muertas le hemos de unir el sudor, los ácaros y los fluidos sexuales o no que emana tu cuerpo y el de tus compañeros de cama. El resultado puede ser un explosivo combinado. ¿No crees? Cuando una persona ocupa su cama en soledad, es suficiente con que las sábanas se cambien entre 4 y 7 días. En otro caso, consultar al personal especializado.