Continuamos hablando, como hicimos en la entrada anteior, de la sexualidad compartida. Si a todos los factores explicados en la citada entrada le añadimos las dificultades de pareja, es decir, las dificultades relacionales, las dinámicas que se crean en las parejas de exigencia, de juicio, las dificultades se multiplican. Estas circunstancias que, perfectamente podrían se temporales o no, no hacen más que complicar aún más la sexualidad compartida que, aunque no queramos, hemos de tener en cuenta.
A continuación vamos a citar algunas de las típicas frases que, en esta fase de incomprensión, de nula aceptación de la importancia de una sexualidad compartida, podemos llegar a decir o a oir:
– «Si no se te levanta hoy me estás demostrando que no me quieres, y eso cada vez que vamos a tener sexo. O bien, si no se me levanta no querrá hacerlo conmigo, tengo que quedar bien o pensará que no la amo «. Respecto a esta situación, no hay duda que la exigencia del hombre o hacia el hombre fomenta la mayoría de disfunciones eréctiles. Siempre que no haya causa médica.
– «Si no me corro, se pensará que no la quiero.» Y aquí tenemos una exigencia que hace que la mujer no pueda tener orgasmo. Se llama anorgasmia. Pensar y obsesionarse con si tendré o no tendré el orgasmo no permite al organismo fluir y hace que no nos dejamos ir.
– «Si me centro en la otra persona me olvido de mí y entonces no termino disfrutando.» Si se me baja la excitación se debe parar. Entonces él o ella, según corresponda, se piensa que no me gusta.
– «Y por qué piensas tanto? El sexo se disfruta, se fluye, no se piensa…» Esto puede desembocar en una pelea que no tiene ningún sentido.
– «Me duele la cabeza.» «¡Ya estás con la excusa de siempre! o Ya no te gusto. » Si la pareja no puede o no quiere, la comunicación es la mejor manera de arreglar las cosas, nunca el reproche. En lugar de sacar conclusiones precipitadas, por qué no preguntas? Y a la hora, por qué no te explicas si no tienes ganas?
