El sexo y la felicidad, necesariamente, deben estar relacionados. Al menos eso es lo que, de una manera intuitiva, casi todos pensamos. Pero, ¿es cierto que tener una vida sexual activa y que nos haga sentir realizados es un afactor importante a la hora de alcanzar la felicidad? Como en todo, la respuestoa no puede ser concluyente aunque, sinceramente, todo apunta a que así es. Es cierto que vivimos en una era en la que la sexualidad parece el algo a lo que debemos rendir pleitesía pero, a pesar de que el sexo no sea tan importante como diariamente se prestende, efectivamente, la importancia que tienen en la cida de una persona es muy alta.
Un equipo del departamento de invesitgación social de la Universidad de Toronto, Canadá, ha realizado un pretencioso estudio que trataba de medir el nivel de felicidad de una persona en base al número de relaciones sexuales que mantenía diariamente. Para su desarrollo, han seleccionado una meustra d, nada y más y nada menos que 30.000 personas. Les han seometido a unas baterías de cuestiones de forma diaria durante un periodo de varios meses. Las concluiones han revelado datos relevantes acerca de lar elación entre el sexo y la felicidad.
La conclusión más importante a la que llega el estudio vienen determinada por la observación de que aquellas personas que mantienen ma´s de una relación sexual a la semana no expresasn gozar de un mayor nivel de felicidad que aquellas personas que apenas mantienen relaciones sexuales un par de veces al año. Por lo tanto, si esto es así, la relación entre el sexo y la felicidad parece tambalearse, al menos tal y como la suponíamos nosotros.
Al cuestión queda por tanto por resolver. Si el secreto de la felicidad humana no se enceuntra en el sexo, ¿dónde hemos de buscar para enceontrarla? En el matrimonio parece obvio que no. Sin embargo, en este punto hemos de comentar que los niveles de angustia emocional a los que puede llegar una persona no tienen por qué tener relación con el estado civil de la misma. Así las cosas, el dinero nos parece la única fuente de felicidad a la que agarrarnos aunque bien es cierto que numerosos estudios se han encargado de desmentir este extremo.