Operación de la vagina

Puede que, a estas alturas, aún de determinado pudor pronunciar la palabra vagina. Sobre todo en algunos ámbitos. Va pasando el tiempo, nuestra sociedad avanza pero nosotros seguimos buscando eufemismos para referirnos a ella. Puede que el momento más delicado para referirse a ella es cuando lo hacemos para consultar algo respecto a ella a un profesional médico. Nunca encontramos la palabra adecuada para nombrara y eso que, sencillamente, llamarla por su nombre parece una opción más que válida. Por cierto, en relación a la vagina y a los médicos, existen determinadas intervenciones quirúrgicas que son capaces de solucionar algunos problemas frecuentes y que, aunque no se suela saber, son más comunes de lo que las personas imaginan.

Pues si ya nos resulta complicado nombrarla por su nombre, más complicado resulta, en ocasiones, entender que la cirugía de rejuvenecimiento vaginal no es una cuestión que se realiza únicamente por cuestiones estéticas. Ni mucho menos. Este tipo de cirugías, en multitud de ocasiones, se indican en mujeres que, por diversas circunstancias, han perdido  la elasticidad. Algunos de los motivos más frecuentes son haber tenido diversos partos, algún timo de traumatismo, diferentes enfermedades que afecten a la vagina y a su elasticidad o, incluso, por determinada herencia genética.

Es frecuente que, después de haber tendido un parto, los músculos que conforman la vagina así como sus paredes internas y su piel se distiendan y aflojen. La debilidad propia de las paredes vaginales cuando esto sucede, así como el escaso soporte de musculatura que le acompaña, frecuentemente llevan a la incontinencia urinaria. Este tipo de cirugía es capaz de mejorar, de forma muy eficaz, el tono muscular de la vagina, haciendo que vuelva el control muscular sobre ella.

Sin embargo, el control sobre el esfínter de la orina no es el único beneficio que este tipo de operación de vagina proporciona a quien precisa de ella y se la realiza. El dominio sobre la musculatura de la vagina también proporciona un perdido control sobre la vagina como herramienta sexual, que devuelve la fuerza perdida a las relaciones sexuales tanto de las personas que pasan por la intervención como, lógicamente, de sus parejas.

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