Anilingus es la denominación técnica de la práctica conocida como «beso negro». La verdad es que no puede ser más explícita. Consiste, básicamente, en estimular la zona anal del afortunado o afortunada con el contacto de la lengua. El anilingus llevado al extremo, es decir, con la penetración total de la lengua, se conoce con el nombre de «colibrí» parece que existen similitudes entre este divertimento sexual y la forma en la que el pajarito s¡silvestre utiliza su lengua para recoger el preciado néctar de las flores. no deja de ser graciosa la metáfora.
Por muy gozoso que pueda llegar a resultar a la persona a la que le practiquen un anilungus, hay que tener siempre presente que el ano es el lugar por donde salen al mundo exterior los excrementos que genera el organismo del ser humano, por lo que puede ser un foco inagotable de infecciones. Si en todo tipo de prácticas sexuales es imprescindible observar un alto nivel de higiene, en el anilingus hay que extremar los medidas higiénicas.
Las hepatitis A y B, la gonorrea, el papiloma humano o la lombriz intestinal son sólo algunos ejemplos de la multitud de enfermedades que se pueden llegar a transmitir a partir de las bacterias, virus o parásitos que se encuentran deambulando por las cercanías del ano. Por lo tanto, las medidas de higiene son imprescindibles pero no es suficiente. Además, hay que tomar las debidas precauciones.
Es muy recomendable, si se va a poner en marcha esta práctica, el uso de barreras bucales. El mercado ofrece una amplía variedad de ellas en cualquier tienda especializada en juguetes eróticos o en bastantes farmacias. Es habitual, por parte de algunas personas, la fabricación casera de barreras bucales a partir de preservativos o incluso, de plásticos de cualquier procedencia. Ninguna de estas opciones está en absoluto recomendada.
Determinadas prácticas extremas, como la que nos ocupa, pueden suponer un importante riesgo para la salud, por lo que es muy importante no tomarlo por asunto baladí y tomarnos el asunto en serio a la hora de protegernos de forma eficaz de los peligros que rodean a esta práctica.