El sexo empieza en el cerebro. De eso, a estas alturas, ya no caba casi ninguna duda. Todos conocemos ya cómo con las relaciones sexuales se activan zonas de nuestro cerebro que de otra forma no se activarían. De hecho, hay estudios que han relacionado la práctica sexual con propiedades antidepresivas. El sexo, también sabemos que eleva el umbral del dolor, afecta a la memoria, es capaz de reducir el estrés. Todas estas cuestiones se activan en nuestro cerebro. Resulta innegable, pues, la relación entre uno y otro.
Cuando se practica sexo, en generla, nos sentimos bien. Esto sucede porque el cerebor segrega dopamina cuando nos enfrentamos a escenas sexuales. Se trata de un neurotransmisor capaz de activar la zona de nuestro cerebro que se ocupa de recompensar nuestras acciones con sensaciones placenteras. Es el neurotransmisor del placer. Además del sexo, otras sustancias como el chocloate o la nicotina activan esta misma región.
El sexo es reconocido como un poderoso analgésico. Es capaz de hacer desaparecer total o parcialmente algún tipo de dolencias. Es especialmetne eficiente en situaciones crónicas de dolor. A modo de ejemplo, podemos citar un trabajo llevado a cabo en 2003 por la prestigiosa universidad de Berlin, en Alemania. El estudio fue dirigido por el catedrático del departamento de Medicina sexual, el doctor Muller. Las conclusiones fueron lapidantes. Enfermedaes ctónicas como las migrañas o las cefaleas agudas se podían aliviar, al menos de forma parcial, cuando se practicaba sexo.
Otras relaciones entre el cerebro y el sexo resultan igualment evidentes, por ejemplo, en la reducción de estrés. Cuando se practica sexo, aumenta la circulación sanguínea por el sistema circulatorio, lo que provoca un signficativo descenso de la presión arterial, lo que, finalmente, es capaz de reducir de una manera importante el nivel de estrés.
Muchas veces prestamos atención a nuestros órganos sexuales y los señalamos como los principales responsables de nuestro nivel de satisfacción sexual. Sin embargo, ésta es una conducta totalmente equivocada. En realidad, nuestro principal órgano sexual, sin ninguna duda, es el cerebro. Gracias a él y a la forma que tengamos de usarlo, podemos alcanzar los mayores niveles de placer en lo que al sexo se refiere.