Los problemas por falta de sexo son algo natural. El hombre es un ser evidentemente sexual. Una persona esta diseñada para mantener relaciones sexuales con frecuencia. Cuando esto no sucede, el organismo lo acusa y, en muchas ocasiones, lo acaba pagando con problemas bastante serios. La falta de sexo no es algo que tenga que ver, exclusivamente, con el acceso o no al placer durante un periodo de tiempo. Se trata, por el contrario, de una cuestión muy seria que puede llegar a general, incluso, problemas serios de salud.
El primero de los problemas que aparecen cuando se atraviesa una racha donde existe una clara falta de sexo es la pérdida de al autoestima. en general, las personas que llevan un periodo prolongado sin mantener relaciones sexuales se encuentran inseguras consigo mismas. La autoestima sin duda, se resiente en este caso.
La pérdida de memoria es otro de los problemas que, a menudo, aparecen cuando la falta de sexo es muy prolongada en el tiempo. Existe estudios que aseguran que el sexo produce efectos oxigenantes en la sangre que circula por el interior de nuestro sistema circulatorio, llegando al cerebro. El sexo habitual se convierte en un sano ejercicio que renueva la oxigenación de la sangre que llega a nuestro cerebro lo que, finalmente, afecta a nuestra memoria.
Las aparición de determinadas enfermedades son comunes cuando existen problemas por falta de sexo. La ausencia de encuentros íntimos hace que la cantidad de anticuerpos que habitan en nuestro organismo para protegernos de los virus descienda hasta en un 30%. La exposición a determinadas enfermedades es muchísimo mayor en las personas que, de forma frecuente, no mantienen una vida sexual activa.
Otro de los problemas que se llegan a sufrir por falta de sexo tienen que ver con la apariencia. Todo el mundo que no tienen un ávida sexual activa y sana aparenta tener una mayor edad. Las arrugas aparecen de forma inexorable sobre la piel y los gestos se vuelven cada vez más duros y amargos. Además la facilidad con la que aparece en el mal humor es mucho más frecuente que en las personas con una vida sexual activa y sana.