El triolismo es un término que fue recogido en el diccionario médico enciclopédico ilustrado de Dorland, por vez primera, en el año 1941. EN esa primera ocasión, ya fue catalogado como una parafilia. Consiste en que la excitación están en la observación de la propia pareja manteniendo relaciones sexuales con otra persona. También existe la variación de la parafilia en que la excitación se produce cuando la propia pareja mantiene sexo con varias personas a a vez. En este caso, no es importante que se trate de personas del mismo sexo o del opuesto. El triolismo, aunque no lo creamos, es una de las parafilias más extendidas en la actualidad.
El problema del triolismo es que la persona que lo padece no es capaz de alcanzar placer sexual algunos no es observando a su pareja manteniendo relaciones sexuales con otros, lo que puede llegar a suponer un importante trastorno. La situación que, en ocasiones, es posible alcanzar es aquella en la que, una vez excitado con la observación de la escena, pueda incorporarse alela de forma activa y no únicamente como observador. También es posible que el material recogido en una grabación de vídeo pueda servir, con posterioridad, para la práctica individual del onanismo.
Las orgías y, en realidad, todo tipo de acontecimientos sexuales grupales son derivados del triolismo. Cuando éste llega a convertirse en un trastorno cuenta con un problema médico añadido que, en multitud de ocasiones, dificulta la resolución del problema. Y es que la mayoría de las personas que sufren esta parafilia como un problema real no lo identifican como tal y, por ello, resulta muy extraño que acudan a un especialista que les pueda ayudar.
Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, si bien la percepción del afectado es incapaz de localizar un problema en la práctica sistemática de este tipo de relación, lo más común es que sea su propia pareja que, llegado un momento concreto, anime al afectado a tratarse con un especialista en trastornos sexuales. Como siempre, el límite está en no superar esa línea que traspasa el placer para alcanzar la obsesión.