¿Cómo tener un buen polvo? ¿Alguien tiene la respuesta a nuestra pregunta? No hay que dar muchas vueltas, es mejor decirlo directamente: no muchos hombre salen bien parados de la cama. Y el problema no suele ser el tamaño, ya sea por exceso o por defecto, cosa que, por otro lado, es lo único que a los varones parece preocuparles. El problema tampoco está en que se conviertan en eficientes máquinas que son capaces de estar dispuestas cuando sea necesario a través de un rápido y sencillo mecanismo. En realidad, los problemas que impiden a a la mayoría de los hombres tener un buen polvo están en una colección de cuestiones sutiles que nada tienen que ver con cuestiones físicas.
Para tener un buen polvo hay que saber que, tanto para los hombres como para las mujeres, todo entra por los ojos. El primer paso está ahí. Un hombre aseado, perfumado, bien vestido, afeitado y con buen gusto en el uso de la ropa interior tiene muchas más posibilidades de satisfacer a una mujer que uno que no es capaz de reunir estos requisitos.
Un buen polvo, después de entrar por los ojos, entra por la boca. Cuantos más besos mejore, Cuanto más ternura sean capaces de destilar esos besos, mejor aún. Las mujeres aman los besos. Detenerse durante un largo tiempo en dedicar besos apasionados a nuestra pareja es siempre un estupendo comienzo para que todo acabe con éxito.
Al variedad en las posturas también es algo a tener en cuenta si queremos tener un buen polvo. El misionero no es que esté mal pero, sinceramente, está demasiado visto. La variedad en la toma de posturas diferentes también ayuda a que la fuerza nos acompañe y nos traslade a un mundo mágico de sensaciones.
Una cosa que resulta imprescindible durante una relación sexual que pretenda convertirse en un buen polvo es que las tetas de una mujer están para ser acariciadas no para ser amasadas. La suavidad en el uso de las manos cuando hablamos de una parte tan erógena y, a la vez, tan delicada debe resultar imprescindible.