El intercambio de parejas es algo presente en todas y cada una de las sociedades evolucionaras que en el mundo son y han sido. Numerosos escritos de la antigua Grecia nos hablan de este tipo de prácticas con total naturalidad. En una sociedad avanzada, todo lo que cuente con la aprobación de los participantes y que no haga daño a nadie debe tener cabida. Si echamos un vistazo al cine convencional contemporáneo, a la música popular que escuchamos o a la literatura moderna, no es demasiado difícil encontrar alguna obra de cada disciplina en la que el intercambio de parejas tenga una presencia destacada.
Es inevitable que cuando hablamos del intercambio de parejas, el morbo surja de forma espontánea. De hecho, la excitación que provoca a su paso guarda relación, sin duda, con la cantidad de normas sociales que pone en entre dicho y con la semiclandestinidad con que hay que tratar el asunto. A todos nos excita, sin dudarlo, el hecho de tomar prestada la pareja de alguien para llevar a cabo nuestras fantasías sexuales y, a muchas personas, además, también les excita el hecho de saber que su pareja habitual está disfrutando de una relación sexual consentida con otra persona. Por tanto, entre la irreverencia por las normas sociales establecidas, la necesidad de encontrar un espacio casi clandestino para ponerlo en marcha y la excitación sexual que la posibilidad del intercambio ofrece, estamos ante los ingredientes imprescindibles para que el morbo alcance sus cotas más elevadas.
En las grandes ciudades de nuestro país, como pueden ser Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, Zaragoza o Valencia, por citar a unas cuantas, no resulta nada complicado encontrar locales que se ofrecen para este tipo de encuentros. En general, se trata de un lugar acondicionado para tomarse una copa, conocer a gente y elegir a aquellos con los que, finalmente, compartir un encuentro sexual. Por supuesto, para ello, en todo caso, todos los participantes han de estar de acuerdo. La actitud respetuosa hacia los demás resulta absolutamente imprescindible para participar en un intercambio de parejas en un local de este tipo. De hecho, basta pasar unos minutos en el establecimiento para comprender que el respeto resulta imprescindible para pasar un buen rato.