Tú tranquila que yo te aviso. ¿Qué hombre no ha pronunciado alguna vez esta frase? ¿Qué mujer no la ha escuchado atónita aguja vez? En contra de lo que pueda parecer la frase funciona perfectamente para el fin para el que estaba concebida. Como todos sabemos, es la típica frase que un hombre dice a una mujer cuando parece que el hecho de que le eyaculen en la boca no es lo que más le apetece en ese momento. Por supuesto, cuando llega el momento, el varón ha olvidado por completo su compromiso y, al menos una parte de la corrida, de forma inevitable, llega hasta la campanilla de la ingenua compañera de juegos. Tú tranquila, que yo te aviso pero, a la hora de la verdad, se olvido de avisar.
Y es que la excitación propia de un momento como este juega a favor de la corrida en boca ajena. Por un lado, la necesidad de que la felación se lleve a cabo agudiza el ingenio. Aunque, en realidad, para qué recurrir a métodos más ingeniosos si el famoso «tú tranquila, que yo te aviso» funciona casi siempre. Por el otro lado, la clara ascensión de la temperatura sexual, también hace que la mujer se olvide de la cantidad de engasó que, en este sentido, ha experimentado anteriormente y, de forma inevitable, vuelve a mostrarse como el ser tierno, crédulo y confiado que es y, por regla general, procede a introducirse el falo de turno en la boca con la seguridad de de que su propietario cumplirá su palabra.
La frase es tan absolutamente mítica que ha sido popularizada hasta límites insospechados. En España, hay tres localidades distintas que cuentan con una calle llamada así. Calle de «Tú tranquila que yo te aviso». Varias canciones recogen la frase y, por supuesto, en el cine y la literatura tiene una amplia presencia. Así que no lo dudes, la próxima vez que te encuentres ante esta situación, no temas repetirte, no temas que el paso del tieso haya desgastado la eficiencia de esta frase mágica. Utilízala con toda confianza, la misma con que tu compañera de batallas la aceptara cono sincera.