Cuando oímos hablar de sexo en el museo, las mentes más calenturientos, como la mía, nos ponemos a pensar en una peli porno. El cine para adultos utiliza todo tipo de localizaciones para ubicar sus hisotiras sexuales, suss enco¡centros y desencuentros eróticos y, por su puesto, el museo es un lugar tan buen como cualquier otro para utilizar. Además, tienen que resultar especialmente excitante ver cómo se practica sexo apoyados, por ejemplo, en un trozo del Partenón o cerca de la Piedra Rosseta. El sexo siempre es recomendable pero el sexo con una parte de la Historia de las civilizaciones puede llegar a ser realmente excitante. Una buena sesión de sexo en el museo puede ser, sin duda, un buen argumento para el cine X.
También puede que la imaginación se nos dispare y, al oír hablar de sexo en el museo nos comencemos a imaginar una escena erótica en la que participemos con una desconocida que nos encontremos frente, pongamos, un cuadro de Velázquez. La búsqueda de un rincón oscuro para sofocar el calentón y el morbo añadido del trasiego de los visitantes puede añadir un nivel del excitación extra a la situación. No sería una mala forma de finalizar una visita al Museo del Prado, compartir fluidos con una atractiva visitante con la que haya surgido, de forma espontánea, la chispa de la lujuria y de la pasión sexual casual.
Sin embargo, si en las últimas semanas hemos oído hablar de sexo en el museo en muchos de los ámbitos de la cultura, me temo que no se debe a ninguno de los dos casos anteriores. Lo más probable es que se esté hablando sobre la primera muestra que, en Inglaterra, convierte al actividad sexual en una pieza de museo. Se trata de una enorme caja, metálica en el exterior y de madera por dentro, que asegura que es capaz de inducir al orgasmo a quienes se introducen en ella. La sede del Wellcome Collection de Londres es una réplica de un artefacto que fue diseñado por el psicólogo Wilhem Reich, a mediados del siglo XX, y forma parte de una de las primeras colecciones que en las islas británicas se encargan de mostrar el sexo como una pies más de museo.