Si hay un aspecto del sexo que, en general, no solemos tener muy claro es lo relacionado con la satisfacción sexual. De hecho, solemos confundirnos mucho cuando hacemos comentarios sobre este tema. De hecho, hay personas que creen que sólo llegando al orgasmo serán capaces de alcanzar una plena satisfacción sexual. Puede que por eso, la mayoría de las personas entienden el sexo como una búsqueda hacia el orgasmo sin más. incluso cuando una mujer no es capaz de alcanzar el orgasmo podemos llegar a pensar que sexualmente no está completa. Muy al contrario, la satisfacción sexual no ha de alcanzarse necesariamente con la llegada al clímax. Es más, es un hecho que se pueden alcanzar niveles sorprendentes de satisfacción sexual sin alcanzar el orgasmo.
En la satisfacción sexual, contrariamente a lo que solemos pensar, no sólo existe un factor fisiológico. Inevitablemente, existe un componente psicológico que condiciona todos los aspectos sexuales relacionados con la satisfacción. De hecho, si el aspecto físico guarda relación con las sensaciones que experimentamos en nuestras relaciones sexuales, el aspecto psicológico determina todo lo relacionado con los estados anímicos por los que vamos pasando a lao largo de una experiencia sexual de cualquier tipo. Ambos factores son imprescindibles para alcanzar la ansiada satisfacción sexual.
Parece demostrado que una actitud de madurez, relajada y desinhibida ante el sexo nos acerca a la satisfacción sexual. Sin embargo, el orgasmo no nos lo asegura. El placer que se puede obtener por experimentar el sexo de una forma relajada y libre de temores nos acerca más a la plena satisfacción, en lo que al sexo se refiere, que una colección de orgasmos. Las experiencias sexuales prolongadas, que aúnan el placer erótico con el sexual, el sensual y el psicológico son las que, en realidad, nos llevan a la plena satisfacción.
Conocer el propio cuerpo, tener un amplio interés en descubrir nuestras zonas erógenas y las de nuestra pareja sexual, estar completamente relajados a la hora de enfrentarnos a la tensión sexual o tener el máximo interés en recibir y dar placer en nuestro encuentro son algunas de las cosas que nos pueden acercar, de forma inevitable, a la máxima satisfacción sexual.