El cuerpo en el sexo

El propio cuerpo es el elemento que conecta el sexo con la otra persona. Es a través de él  como vivimos y somos capaces de compartir la sexualidad. Gracias a él somos capaces de enlazar con la otra persona, empatizar, recibir y dar placer. Nuestro propio cuerpo es el que nos facilita nuestra relación con el mundo del sexo, por ello debemos sentirlo de forma positiva. Por eso debemos mimarlo, amarlo, quererlo y respetarlo. Él es nuestra puerta de acceso al mundo de la sexualidad y, por ello, merece nuestro cuidado.

Para mostrarle el respeto que merece podríamos empezar por sentirnos a gusto con nuestro propio cuerpo. Parece que este extremo no es importante en el sexo pero es absolutamente determinante a la hora de tener una sexualidad sana. Parece que lo normal es, justamente lo contrario, encontrarle defectos. Demasiado gordo, demasiado delgado, demasiado alto, demasiado bajo, demasiado viejo y un largo etcétera de problemas que le encontramos a nuestro cuerpo cuando, independientemente de las circunstancias que nuestro cuerpo soporte, sigue siendo, también en ese momento y bajo esas circunstancias, nuestro enlace con el sexo.

En los hombres, al margen de la barriga cervecera que adquieren llegados a determinada edad, parece que la principal preocupación en relación a su cuerpo gira en torno al tamaño de su pene. Por supuesto que esta debilidad es utilizada por multitud de fabricantes de  remedios milagrosos que hacen crecer el pene. Por supuesto, estos remedios son tan ineficaces como frecuentes.
En las mujeres, las principales preocupaciones en torno a su cuerpo están localizadas entre el culo y las caderas. El aumento que con el paso de los años y la maternidad sufren estas zonas es una tortura para muchas mujeres que, por supuesto, también encuentran en el mercado multitud de milagrosos productos tan inútiles para solucionar el problema como los alargadores de pene ya mencionados.
Y todos estos complejos serían fácilmente solucionables simplemente si entendiésemos la importancia de estar a gusto con nuestro propio cuerpo. Si, en lugar de dejarnos deslumbrar con los cuerpos impecables que en televisión representan los cánones de belleza, comenzásemos a descubrir la belleza en la imperfección única  de nuestros cuerpos.

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