El propio cuerpo es el elemento que conecta el sexo con la otra persona. Es a través de él como vivimos y somos capaces de compartir la sexualidad. Gracias a él somos capaces de enlazar con la otra persona, empatizar, recibir y dar placer. Nuestro propio cuerpo es el que nos facilita nuestra relación con el mundo del sexo, por ello debemos sentirlo de forma positiva. Por eso debemos mimarlo, amarlo, quererlo y respetarlo. Él es nuestra puerta de acceso al mundo de la sexualidad y, por ello, merece nuestro cuidado.
Para mostrarle el respeto que merece podríamos empezar por sentirnos a gusto con nuestro propio cuerpo. Parece que este extremo no es importante en el sexo pero es absolutamente determinante a la hora de tener una sexualidad sana. Parece que lo normal es, justamente lo contrario, encontrarle defectos. Demasiado gordo, demasiado delgado, demasiado alto, demasiado bajo, demasiado viejo y un largo etcétera de problemas que le encontramos a nuestro cuerpo cuando, independientemente de las circunstancias que nuestro cuerpo soporte, sigue siendo, también en ese momento y bajo esas circunstancias, nuestro enlace con el sexo.