En 1972 en su bestseller, «The Joy of Sex» , Alex Comfort escribió «el sexo satisfactoriodebe ser la unión perfecta y armónica de dos seres que se aman, al menos por ese rato, después de lo cual se sienten relajados, felices y con ganas de repetir experiencia». Yo añadiría que sólo hay dos principios básicos para que el sexo sea realmente satisfactorio. El primero, no hagas nada que no sirva par ser disfrutado. El segundo, se deben descubrir las necesidades del otro y, si es posible, satisfacerla.
Cada uno tiene su propia definición de lo que constituye, para él, un sexo satisfactorio. El placer y el orgasmo pueden ser incluidos, pero los expertos piensan que la satisfacción sexual no es sólo el placer físico. Más bien, la satisfacción sexual es nuestro sentimiento general después de tomar en cuenta los aspectos positivos y negativos de nuestro sexo. Dicho esto, el placer y el orgasmo son recompensas agradables, ya tengamos la experiencia solos o en pareja.
El placer físico puede provenir de diversas fuentes. Un abrazo, un beso o un roce. La búsqueda de la satisfacción sexual es un deseo básico y la masturbación demuestra nuestra primera actividad sexual natural. Éste es el camino por el cual descubrimos nuestro erotismo y nuestras respuestas sexuales y por el cual aprendemos a amarnos a nosotros mismos y a mejorar nuestra autoestima. Éste es el camino hacia un sexo satisfactorio. El placer puede provenir de la masturbación, el tacto, el sexo oral, las fantasías sexuales o cualquier otra fuente.
El orgasmo del hombre y la mujer so,n esencialmente, similares. Se trata de una serie de contracciones rítmicas y sensaciones de placer, generalmente muy intensas. Todos tenemos nuestra propia manera de describir estas sensaciones.
Cuando se trata de relaciones sexuales con tu pareja, la buena comunicación, la resolución de problemas o estar a la altura de las expectativas del otro contribuir notablemente a alcanzar un sexo satisfactorio. Ir atravesando etapas en la vida, los problemas, la rutina y el envejecimiento pueden afectar a la sexualidad y al placer sexual, positivamente o negativamente. Estos cambios requieren personalizar la forma en que se piensa y ser lo suficientemente flexible como para reconocer los límites.