En la segunda mutad del siglo XX tuvo comienzo la denominada revolución sexual. Las sociedades civiles de los países más avanzados de occidente pusieron en marcha un profundo cambio en todo lo que a libertad sexual se refiere. La revolución sexual supuso, sobre todo, el desafío a los obsoletos códigos morales que, en materia de sexo, tradicionalmente habían sido impuesto desde los diferentes hábitos de poder.
La igualdad entre sexos, el feminismo o el uso de métodos anticonceptivos son algunos de los conceptos que comenzaron su particular cruzada con la revolución sexual y que, gracias a ella, en la actualidad son aceptados por la sociedad, legítimos y completamente legales. Aunque quedan aún muchas cosas por hacer, muchos problemas por resolver en este ámbito, la revolución sexual inició el camino y sus logros continúan vigentes en nuestros días. El periodo más productivo en lo que conquistas sociales relacionadas con la libertad sexual se refiere, ha tenido lugar entre los años cincuenta y los ochenta. Estados Unidos y Europa han sido los pioneros en el viaje que supone la revolución sexual. España, como siempre, acudió a la cita con 30 años de retraso. Sin embargo, por esta vez, aunque tarde, acudimos.
Gracias a la revolución sexual hoy podemos ver como son aceptadas socialmente todo tipo de relaciones sexuales entre personas, aún antes del matrimonio. Gracias a la revolución sexual se ha normalizado las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo así como otras formas diferentes de vivir la sexualidad.
La difusión y el uso de los diferentes métodos anticonceptivos ha sido absolutamente determinante para poder iniciar una revolución sexual de este calado. Sin duda, la píldora anticonceptiva, el DIU o el preservativo han llevado a cabo un papel absolutamente imprescindible para el avance experimentado en los últimos 70 años.
El camino recorrido en este tiempo, desde el inicio de la revolución sexual hasta hoy ha sido largo, duro y lleno de obstáculos por superar. Además, un asunto con una dudosa moral tan enraizado socialmente, no podía por menos que cobrarse algunas víctimas a lo largo del recorrido. Sin embargo, sin la suma de todos estos esfuerzos individuales, la sociedad occidental actual contaría con un panorama irreconocible y mucho más desolador.