Los preliminares no son una parte previa a las relaciones sexuales. Los preliminares deben ser una parte integrante de las propias relaciones sexuales. Para llevar a cabo unos preliminares de cierno nivel es preciso beber en las fuentes de la ternura, la sensualidad y la excitación. Unos preliminares bien hechos desarrollan la confianza y la intimidad entre la pareja, sea permanente u ocasional. Los preliminares, en sí mismos, deben ser ya una forma de placer.
Llamamos preliminares a todos los intercambios afectivos de cariño entre la pareja antes de realizar la penetración. Besos, caricias, susurros, estimulación oral, incluso conversación, son algunos de los elementos claves para llevar a cabo unos buenos preliminares. Estas acciones constituyen la preparación íntima del cuerpo para el coito El objetivo último es hacer despertar los sentidos para que el cerebro se encargue de enviar mensajes a los genitales y al resto de las zonas erógenas. Pero que este sea el objetivo último no quiere decir que no se puedan disfrutar con la misma intensidad que la penetración.
Se trata de obtener formas de placer compartido entre ambos socios. Necesitamos despertar la excitación en nuestro propio organismo, pero también en el de nuestra pareja. Los prelimiares son la mejor forma de interacción que existe para preparar a los cuerpos para ir más allá.
El patrón habitual es realizar, en primer lugar, caricias generales. De esta manera se comienza a aliviar la tensión. Podemos hacer un lento recorrido por la cara, el estómago, la espalda, el cuello hasta el lóbulo de la oreja. Es buena idea mezclar masajes, besos y palabras cariñosas, incluso, un poco picantes. Tras esto, se puede llegar a los genitales, Realizando con mucha suavidad caricias más eróticas. Cuando el deseo haya aumentado lo suficiente pordemos comenzar con juegos de mayor intensidad como la masturbación mutua, el cunnilingus y la felación, según proceda.
El estado de excitación se puede comprobar fácilmente, tanto en el hombre como en la mujer. En el caso del varón, la erección no deja lugar a dudas del estado de excitación. En el caso de una mujer, la lubricación vaginal intensa delata el estado de excitación.