Es común pensar que tener compatibilidad sexual va siempre ligado a la atracción física. Esta creencia es tan popular porque pensamos que son los criterios físicos los que suelen resultar determinantes a la hora de elegir con quien compartimos el sexo. Pero eso no es cierto. Podemos sentirnos muy atraídos físicamente por una persona que luego en la cama no es lo que esperábamos. Sin embargo, se puede dar el caso contrario, podemos encontrarnos con una persona que nos hace enloquecer en la cama aunque no repararíamos en su existencia fuera de ella. La compatibilidad sexual poco tiene que ver con la atracción física inicial. La atracción física en si no tiene reglas y es algo complicado de determinar. En realidad no existe un patrón al que recurrir. Puede que de alguien nos seduzca su piel, su mirada, algún movimiento o su olor.
El deseo sexual representa la energía de nuestros impulsos sexuales y nuestra búsqueda instintiva de placer. Esta energía varía de una persona a otra, tanto por su intensidad como por su frecuencia. Para algunos, la libido es primordial y para otros es algo segundario frente a otros aspectos de la vida. Por eso, es difícil encontrar la persona con quien vivir una compatibilidad sexual real. Para hablar de compatibilidad sexual, primero debe haber dos personas que cuenten con las mismas necesidades al mismo tiempo, con la misma frecuencia y con la misma disponibilidad. En este caso, aunque pase el tiempo, la estructura de la sexualidad y del deseo sexual son idénticos para los dos, nunca falla.
Durante los primeros movimientos sexuales de la pareja, es posible sentir complicidad y compatibilidad pero, con el paso del tiempo, ambos pueden darse cuenta de que tienen fantasías incompatibles. Las fantasías forman parte de la personalidad sexual de cada uno pero, como nunca se habla de las fantasías secretas al principio de la relación, después suele aparecer la frustración. En caso de tener compatibilidad en las fantasías de ambos podemos estar hablando de un inicio de compatibilidad sexual.
La compatibilidad sexual depende, no exclusivamente pero sí en gran medida, de la compatibilidad psicológica. Resulta prácticamente imposible que se pueda llegar a sentir complicidad con alguien con quien no nos sentimos cómodos, libres y confiados.