Internet es un mundo de información constante. Nos ofrece todo tipo de novedades de todo tipo. Este medio nos ofrece una creciente oferta de bondage. Y parece que esta se va extendiendo cada vez más. El bondage no es, en la mayoría de los casos, la actividad principal o una que se realice con mucha frecuencia, pero sí es una opción alternativa que muchas parejas van incorporando a su catálogo de juegos sexuales.
El bondage es una técnica de amarres eróticos que, básicamente, consiste en inmovilizar de algún modo a tu pareja con cuerdas, lazos, cadenas, esposas, pañuelos, etc. Este tipo de inmovilizaciones o ataduras, se pueden hacer en todo el cuerpo o solamente aplicarlas sobre una parte de él. Se pueden llevar a cabo estando vestido o desnudo.
Lo que se pretende con este tipo de prácticas es liberar inhibiciones, dejando en manos del dominante todo el control de la situación. Precisamente debido a que una de las partes tiene control sobre la otra, para realizar este tipo de prácticas debe haber una relación de confianza total con la otra persona. Realmente, el bondage es eso: una demostración de confianza.
Previamente a la práctica del bondage, se debe establecer una escena de la situación para estipular qué es lo que se puede o no hacer y dónde queremos poner el límite. Se suele acordar una palabra clave para que en el caso de que haya cualquier problema o, simplemente, no se sienta cómodo, el dominado pueda utilizarla para finalizar el juego.
Al ser una práctica de riesgo conviene seguir unas normas de seguridad. Las más básicas son:
– No se debe dejar nunca sola a la persona atada.
– No se deben hacer nudos corredizos, ni pasar cuerdas alrededor del cuello.
– No realizar suspensiones si no se es una persona experimentada.
– Realizar sesiones cortas si no se tiene mucha experiencia
– Dar líquidos al sumiso y tenerlo siempre hidratado.
– Siempre se deben tener a mano unas tijeras o el material necesario para retirar las ataduras con rapidez en caso de que surja algún problema.