En la infancia, la sexualidad está en una etapa de descubrimiento, donde los niños y las niñas comienzan a comprender su propio cuerpo y a aprender sobre los diferencias entre hombres y mujeres. Durante la adolescencia, la sexualidad alcanza su máximo desarrollo, con un aumento de la libido y la curiosidad sobre la sexualidad y la atracción hacia los demás. En esta etapa, los jóvenes experimentan una gran variedad de emociones y deseos, lo que puede ser confuso y difícil de manejar.
En la edad adulta, la sexualidad se estabiliza y se vuelve más consistente, pero también puede experimentar cambios debido a factores como el estrés, la fatiga, la enfermedad o los cambios hormonales. Durante la menopausia en las mujeres, por ejemplo, la producción de estrógeno disminuye, lo que puede afectar la libido y la respuesta sexual.
En la vejez, la sexualidad puede enfrentar nuevos desafíos, como la disminución de la actividad sexual debido a la edad física y la disminución de la libido. Los cambios, de nuevo aparecen. Sin embargo, muchas personas mayores descubren nuevas formas de explorar y disfrutar de su sexualidad, como la intimidad emocional y el contacto físico.
En general, la sexualidad es un aspecto dinámico de la vida que experimenta cambios constantes a lo largo del tiempo. Cada persona experimenta su propio camino único de descubrimiento y evolución sexual, y es importante ser comprensivo y respetuoso con las diferencias individuales en este aspecto de la vida.
Además, es importante destacar que la orientación sexual también puede cambiar a lo largo de la vida. Algunas personas pueden descubrir que son gay, lesbiana, bisexual o queer en un momento posterior de la vida mientras que otras pueden experimentar un cambio en sus preferencias sexuales a lo largo del tiempo. Estos cambios son normales y no deben ser juzgados ni discriminados.