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La terapia sexual (Parte 2)

La terapia sexual es una ayuda necesaria en ocasiones. Los terapeutas sexuales le harán preguntas sobre su historia sexual y sus preferencias, así como sobre otros aspectos de su relación, como cuánto tiempo llevan juntos, qué tipo de estilo de comunicación funciona mejor para los dos. Si ha habido alguna vez problemas de celos o inseguridad en la relación, etc. Otros temas que podrían surgir son: relaciones anteriores, nivel actual de actividad sexual, problemas de imagen corporal, sentimientos en torno a la masturbación o experiencias de la infancia relacionadas con la sexualidad.

Los terapeutas sexuales están cualificados para ayudarle si tiene problemas con sus sentimientos, comportamientos o relaciones sexuales. Están formados en las áreas de sexo y género, desarrollo y orientación sexual y evaluación clínica de los problemas sexuales.

El campo de la terapia sexual fue formalizado por primera vez en la década de 1960 por los doctores Philip Blumstein y Pepper Schwartz, quienes establecieron la división de Terapia Sexual de la Asociación Americana de Terapia Matrimonial y Familiar (AAMFT) en 1974. Para ser un Terapeuta Sexual certificado por la AAMFT (CST) se debe obtener un título de Doctorado o superior. Completar al menos 500 horas de formación. Completar un periodo de prácticas. Aprobar un examen nacional administrado por la AAMFT. Adherirse a las normas éticas establecidas por la AAMFT. Comprometerse a cumplir las leyes aplicables que rigen la práctica, así como realizar una formación continua a lo largo de su carrera.

Si le preocupa cómo afectará la terapia sexual a su relación, es importante recordar que el objetivo de la terapia sexual no es convertir a su pareja en una persona diferente. La terapia sexual ayuda a las parejas a conocer mejor sus necesidades y deseos sexuales para que puedan llegar a entenderse mejor. Si no está seguro de si la terapia sexual es adecuada para usted y su pareja, plantéense estas preguntas:

Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas es afirmativa, merece la pena considerar la terapia sexual como una opción.

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