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Cambios genitales en el embarazo

Los cambios genitales en el embarazo son totalmente normales. El cuerpo de la mujer a atraviesa diferentes etapas en su vida que conllevan cambios físicos. Sin duda, el embarazo es uno de los más destacados. Sin embargo, es un tema del que no se suele hablar demasiado. Por ello, quizás, es que las mujeres, en general, no tienen demasiada información acerca de lo que se están enfrentando.

Algunas mujeres tienen ciertas dificultades para distinguir con claridad las partes que conforman sus genitales. Sin embargo, conocer las funciones que desarrollan cada uno de los miembros del aparato genital es algo que todas deberían hacer. Sin ninguna duda. Su conocimiento podría ayudar, entre otras cosas, a disfrutar de una forma más amplia del sexo. Conocer los cambios que se producen en los diferentes estadios de la vida, también pues resultar interesante.

Durante el embarazo, hay muchas mujeres que presentan verdaderas dificultades para animarse a observar sus propios genitales. Los cambios no suelen ser bien recibidos. A pesar de ello, es inevitable que cambien algunos aspectos como el olor o la coloración. Resulta habitual que, algunas mujeres, lleguen a percibirlos como extraños. Precisamente por esos cambios.

El aumento del flujo sanguine suele producir una alteración tanto en el color de la piel como en las mucosas genitales. Este es uno de los cambios más destacados durante el embarazo. Sin embargo, poco tiempo después del parto, suele volver a su coloración anterior. Solo en algunos casos puntuales esto no sucede.

La lubricación vaginal suele volverse más intensa durante el embarazo. Sin duda, otro cambio significativo. También suele cambiar la textura. A estos cambios se le unen cambios en su color y en el propio olor. Todo ello está determinado porque, por norma general, suele alcanzarse un pH más ácido que el habitual.

El nivel de sensibilidad a nivel vaginal también presenta cambios importantes. Al producirse un mayor nivel de vascularización en la vagina, las terminaciones nerviosas alcanzan una mayor sensibilidad. Finalmente, esto se traduce en una mayor capacidad para percibir sensaciones. No en vano, muchas mujeres, durante el embarazo, debido a ese motivo, alcanzan un alto nivel de deseo sexual.

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