¿Has oído hablar del candaulismo? Quizás por este término no lo conozcas. Entonces, ¿Has oído hablar de la candalagnia? Es un sinónimo. Se trata de dos términos diferentes que se refieren a una misma cosa. ¿Tampoco? Lo que seguro que sí conoces es aquél impulso psicológico que tienen algunas personas de exponer a su pareja sexual, ya sea en persona o a través de imágenes tomadas previamente, al escrutinio de otras personas. Exactamente. Llamamos, pues candaulismo o candalagnia, a ese impulso que genera placer en algunas personas de exhibir a su pareja sexual ante los ojos de los demás.
Las variantes de candaulismo son muchas. Todas tienen en común que el placer se origina ante la exposición ante otras personas de la propia pareja sexual. Sin embargo, como decíamos, admite variaciones diferntes. En algunos casos el placer viene de la exhibición sin más de la pareja. En otros casos, esta exhibición ha de realizarse sin ropa. Otras veces, incluso, incluye las prácticas sexuales con otras personas.
En la actualidad, al candaulismo se considera un trasntorno sexual. Concretamente, está clasificado entre aquellos con los que se obtienen placer sexual a través del comportamiento sexual respecto al objeto. Siendo el objeto, en este caso, la propia pareja.
Cuando el candaulismo que establece prácticas sexuales con una tercera persona evoluciona puede hacerlo hasta el punto de establecer vínculos sexuales y afectivos entre los tres miembros implicados en la práctica sexual. Incluso puede llegar a convertirse en una relación estable. Esta evolución recibe el nombre de triolismo. Entre las personas iniciadas en estas prácticas es frecuente que se den situaciones en los que los tres implicados acaben formando una relación poliamorosa.
El candaulismo se considera una variante del exhibicionismo en la que, en lugar de la exhibición propia, la exhibición que produce placer sexual es la de la pareja sexual. En realidad se considera una parafilia. Suele clasificarse como una práctica vinculada al sadomasaiquismo. Tienen connotaciones de dominación y cierta implicación menor con el dolor físico. Se trata de una práctica que es mucho más frecuente de lo que las personas no iniciadas en ella pueden llegar a pensar.