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Las posturas en el sexo con penetración

La cantidad de posturas que podemos llevar a cabo en el sexo con penetración son enormes. Desde mas frecuentes hasta las extrañas. La variedad es sensacional. Podemos extender un gran abanico que incluida a las más complejas y a las más simples. Las más inmediatas y las más elaboradas. El sexo con penetración es parte de nuestra sexualidad. Al menos de la mayoría de las personas. Con estos antecedentes resulta lógico pensar que la propuesta de posturas sea interminable. Tanto en cantidad como en variedad.

Una de las posturas que se utiliza en el sexo con penetración con mayor frecuencia es la del misionero. La metálica es bastante sencilla. En este caso el penetrado se coloca encima. La persona que recibes la penetración se encuentra tumbada sobre la cama, Preferiblemente, con las piernas abiertas. La persona que realizar la penetración se coloca encima de la otra cara a cara y procede a introducirle el pene en la vagina. Parece que es su nombre se debe a que es la práctica sexual más extendida en las misiones evangelizadoras de los religiosos españoles en el nuevo mundo. Facilitaba, sin ninguna duda, la labor de apartarse de hábitos y sotanas.

Otras de las posturas clásicas en lo que al sexo con penetración se refiere es la postura del perrito. En realidad, la cantidad de nombres que recibe este tipo de práctica sexual compenetración es muy grande. También se le suele llamar penetración por detrás, a cuatro patas o, simplemente, a cuatro. La mecánica es bastante intuitiva la persona que va a ser penetrada se coloca a cuatro patas dejando claramente descubierta la vagina y/o el ano. La página y o el aro. De esta manera, el penetrador puede insertar desde la parte de atrás su pene erecto en cualquiera de las dos cavidades anteriormente citadas.

Pero, sin duda, las posturas sexuales con penetración que mas celebramos son aquellas que resulta, prácticamente, de ciencia ficción. Una de ellas es el denominado salto del tigre. Consiste en lanzarse desde lo alto de un armario ropero con el pene erecto sobre la pareja que recibe la embestida tumbada plácidamente la cama con las piernas abiertas. Como nota erudita, digamos que este tipo de práctica, en Perú, es conocida como el vuelo del cóndor.

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