La menopausia y la sexualidad de una mujer deben convivir sin complejos. La menopausia es algo por lo que toda mujer debe pasar. Eso resulta inevitable. Sin embargo, la menopausia no es el fin, en absoluto, de la posibilidad de disfrutar del sexo. Muchas personas están equivocadas a este respecto pensando que la menopausia es algo que acaba con la vida sexual activa de una mujer. No mucho menos. Ni siquiera la limita o la condiciona.
Es cierto que a la menopausia van asociados determinados cambios hormonales. También es cierto que junto a estos fenémenos hormonales pudieran aparecer determinados factores estresantes. Sin embargo, este tipo de estrés menopaúsico tiene más relación con cuestiones sociales externas al propio organismo de la mujer que al proceso de la menopausia en sí mismo. El estrés por lo tanto, aparece más por aspectos que no tienen relación directa con esta nueva situación.
Muchas mujeres caen en periodos de depresión cuando se inicia la menopausia. Esta vienen motivada por cuestiones como la excesiva duración de su relación se pareja. También por aspectos relacionados con alguna experiencia sexual negativa. La menopausia no tiene por qué ser la causante de este tipo de depresiones y mucho menos de aspectos limitativos del sexo.
También es cierto que la menopausia trae consigo diferentes cambios a nivel fisiológico. Se sufre una importante reducción de la producción de hormonas, lo que hace que, en ocasiones, disminuya un poco el deseo sexual. Pero no son muchas más las consecuencias físicas normales propias de la llegada de la menopausia. Al menos en la mayoría de las mujeres.
Respecto a los cambios psicológicos que se pueden producir con la llegada de la menopausia, podemos decir que es donde se observa una mayor variabilidad individual. Cada mujer es diferente. Eso es así. Como para casi cualquier asunto realacionado con el sexo. Cada persona presenta reacciones diferentes.
Para algunas mujeres alcanzar la menopausia puede llegar a ser inlcuso una liberación. Algunas llegan a un estado de felicidad casi absoluta. Fundamentalmente, por dejar de tener que ocuparse del periodo o por poder olvidarse de una vez por todas del uso de anticonceptivos. En otros casos, al contrario, sucede que las fluctuaciones hormonales propias de esta etapa conllevan cambios de humor e, incluso, situaciones de tristeza e irritabilidad extremos.